Bioplásticos, empaques y productos compostables, biodegradables y oxo-biodegradables: ¿Qué son?, ¿Cómo se diferencian?, ¿Cómo se disponen? Y ¿Qué tan sostenibles son? Parte 1
Ing. Gabriel Fernández
Cada vez somos más los consumidores que nos preocupamos por el impacto de nuestras compras, y que optamos por opciones sostenibles y eco-amigables cuando están disponibles y a un precio razonable de acuerdo a nuestras capacidades.
Cuando consideramos un producto, nos preocupamos también por el impacto que generará aquello que eventualmente tenemos que desechar como bolsas, etiquetas y empaques. La mejor opción siempre será decantarse por productos sin empaque o con empaque minimalistas. Pero cuando esto no es una posibilidad, es normal encontrarse con terminología como compostable, biodegradable, oxo biodegradable y bioplástico. Tanta terminología resulta complicada, engorrosa e inclusive engañosa. Por lo que nos dimos a la tarea de buscar entender qué significa cada una y responder una serie de preguntas que le ayudarán a navegar este mar de terminología, etiquetas y certificaciones.
¿Cúal es la diferencia entre biopásticos, empaques compostables, biodegradable y oxo biodegradable?
¿Cúal es la mejor opción entre los biopásticos, empaques compostables, biodegradable y oxo-biodegradable?
¿Cómo saber si lo que indica la etiqueta es cierto?
¿Cúal es la manera responsable de gestionar cada uno de estos empaques?
Es fundamental entender que ser compostable, biodegradable u oxo-biodegradable no es una función propia o intrínseca de ningún material. Sino que dependen principalmente de dos factores: el ambiente y el tiempo.
Para entender el efecto del ambiente en términos sencillos podemos afirmar que una cáscara de banano es compostable siempre y cuando se disponga en un ambiente que provea los ingredientes necesarios para que ocurra este proceso biológico: oxígeno, agua y microorganismos. Una cáscara de banano no será compostada en un relleno sanitario porque debido a la compactación de los residuos este carece de oxígeno, ni tampoco en la superficie de mercurio porque, aunque este tenga una superficie rica en oxígeno, no posee los microorganismos capaces de llevar a cabo este proceso.
Por otra parte, podemos afirmar que una cáscara de banano es biodegradable al igual que el tronco de un árbol, dado que ambos están hechos de compuestos orgánicos que pueden ser convertidos a moléculas más sencillas por seres vivos. La diferencia es que la cáscara de banano al ser pequeña y estar hecha de sustancias más fáciles de procesar para los microorganismos se degrada al cabo de unas semanas, mientras que la madera del tronco resulta más difícil de procesar y tardará varios años en ser degradada completamente por seres vivos.
La afirmación de que algo es compostable, biodegradable u oxo-biodegradable debe de estar acompañada de una metodología que indique las características del ambiente receptor y el tiempo que debe transcurrir para alcanzar el resultado deseado. Estás características deben estar apegadas a los parámetros operativos de las distintas metodologías para el procesamiento de residuos, para que así puedan ser útiles en el mundo real.
Puesto que sería engañoso afirmar que un material es compostable siempre y cuando se mantenga en una pila de compost que supere los 80 °C, y que se mantenga en esta pila por 8 meses. Cuando las pilas de compostaje en las facilidades industriales difícilmente alcanzan estas temperaturas y tienen ciclos de producción de 3 a 6 meses. El resultado en la vida real es que este material será rechazado por las compañías de compostaje y terminará siendo dispuesto en un relleno sanitario donde del todo no se compostará.
Para solventar estas necesidades existen instituciones que trabajan en conjunto con productores, científicos y la industria de la gestión de residuos para definir metodologías estándares que permiten evaluar los materiales que desean ser clasificados como compostables o biodegradables. Adicionalmente existen organizaciones que se dedican a utilizar estás metodologías para verificar sí los materiales pasan las pruebas, de ser así emiten una certificación que el producto puede mostrar en su empaque o etiqueta.
Si las afirmaciones de compostabilidad o biodegradabilidad de un producto no están respaldadas por una certificación que a su vez se basa en una metodología estándar, es probable que solo estén respaldadas por el propio fabricante o distribuidor y que no estén basadas en definiciones y procedimientos estrictos. nosotros como consumidores debemos informarnos y buscar alternativas certificadas, de otra forma quedamos a la merced de la honestidad y transparencia de aquellos que buscan lucrar con sus empaques o productos “sostenibles”.
En regiones y países más desarrollados en materia de protección al consumidor, y gestión integral de residuos se tiene legislación que exige que los productos y empaques que anuncian compostabilidad o biodegradabilidad lo puedan demostrar mediante evidencia científica robusta para sustentar dichas afirmaciones o apegarse a los lineamientos de alguna certificación.
Para cada uno de los etiquetados más comunes en empaques y productos (plásticos compostables, plásticos biodegradables, plásticos oxo-biodegradables, bioplásticos y productos de papel y fibra) vamos a desglosar los siguientes puntos:
- ¿Qué son?
- ¿Qué estándares y etiquetas existen para determinar su veracidad?
- ¿Cúal es la mejor forma de gestionar este residuo?
Cada viernes verde de noviembre trataremos un tipo de etiqueta hasta completar una lista con información robusta que le ayudará a todos los consumidores responsables a tomar mejores decisiones en pro del medio ambiente.
Plásticos Compostables
¿Qué son los plásticos compostables?
Un plástico compostable es aquel que es degradado por procesos biológicos durante el compostaje para producir dióxido de carbono, agua, compuestos inorgánicos y biomasa a una tasa similar a la de otros materiales compostables conocidos, y que durante este proceso no produce residuos visibles, distinguibles o tóxicos.
Los plásticos compostables suelen clasificarse en dos categorías: biopolímeros que ocurren naturalmente o que se derivan de seres vivos y polímeros a base de petróleo. Algunos ejemplos de los primeros son el ácido poliáctico (PLA) que se puede producir a partir del almidón de maíz o de yuca, los polihidroxialcanoatos (PHA ) que son polyesters producidos por la fermentación bacteriana de azúcares o lípidos y los almidones termoplásticos (TPS) que se elabora de productos ricos en almidón. También hay polímeros utilizados en empaques que ocurren naturalmente en la naturaleza como la celulosa o la quitina. Las alternativas a base de petróleo que han demostrado algún grado de compostabilidad más populares son el Poli(Butilén Adipato-co-Tereftalato) (PBAT) y la poliprolactona (PCL).
Que un producto o empaque contenga un polímero compostable, no significa que este sea compostable. Los productos suelen estar constituidos de varios materiales distintos o pueden contener aditivos que coadyuvan para que estos puedan cumplir la función para la cual fueron diseñados, además su grosor o tamaño puede influenciar enormemente en el grado de compostabilidad. Es por ello que los procedimientos estándares que evalúan al producto o empaque como un todo, son la mejor forma de conocer su grado de compostabilidad.
¿Qué estándares existen para evaluar la compostabilidad de los plásticos compostable?
Existen varias instituciones que se han encargado de producir metodologías estandarizadas para evaluar la compostabilidad de los plásticos Compostables, o productos de fibras (papel, cartón) que contienen plásticos compostable como la Asociación Americana para Pruebas y Materiales (ASTM), la organización Internacional de Normalización (ISO) y la Asociación Española de normalización (UNE). Otros países como Canadá o Australia tienen estándares propios, pero están fuertemente influenciados por los estándares promovidos por estas tres organizaciones.
En todos los estándares de normalización se definen cuatro requisitos indispensables que debe superar un material para ser denominado compostable:
1. Desintegración: se refiere a la fragmentación física del producto, el objetivo final es que en el compost final no existan fragmentos del plástico compostable.
2. Biodegrabilidad: significa que el material debe ser procesado por microorganismos y convertido en moléculas más simples o en biomasa y no acumularse en el medio ambiente. La biodegrabilidad es un requisito para demostrar la compostabilidad lo que implica que todos los productos compostables son biodegradables, pero no necesariamente los productos biodegradables son compostables.
3. Metales pesados: el producto compostable no puede introducir al compost niveles significativos de 11 metales pesados que resultan contaminantes para el medio ambiente.
4. Toxicidad vegetal: el compost resultante de procesar el plástico compostable no puede contener residuos que sean perjudiciales para el crecimiento y desarrollo de las plantas.
Cabe destacar que estas pruebas se basan en condiciones de compostaje industrial donde se generan grandes pilas de residuos orgánicos capaces de alcanzar altas temperaturas y que suelen procesarse por un periodo total de 180 días. Lo que significa que estos estándares fueron diseñados pensando servir como una herramienta para que las instalaciones industriales o municipales puedan determinar qué plásticos pueden aceptar para tratar mediante sus procesos de compostaje.
Considerando que la gran mayoría de los consumidores no tenemos acceso a plantas de compostaje industrial, existe la necesidad de definir estándares de compostabilidad para compostaje de pequeña escala o compostaje casero dónde el medio donde se lleva a cabo el proceso es distinto. Actualmente la ASTM está trabajando en generar un documento que defina los umbrales de desempeño para el compostaje casero.
¿Qué certificaciones o etiquetas puedo buscar para saber si un plástico es compostable?
A nivel mundial existen 2 organizaciones importantes que, basadas en los estándares de ASTM, ISO o UNE certifican empaques y productos plásticos o que contienen plásticos como compostables y emiten una etiqueta que garantiza esta certificación (cuadro 1).
Cuadro 1: Etiquetas para certificar la compostabilidad de los productos y empaques plásticos o que contienen plásticos.
En el 2019 se emitió en Costa Rica la norma nacional INTE B25:2019, basada en la norma ISO 17088 que establece requisitos para el etiquetado RCM (renovable, compostable, compostable en ambiente marino) de productos con contenido de materiales plásticos, que permite identificarlos por su origen y por su capacidad de biodegradabilidad y compostabilidad, incluida en el ambiente marino. Un esfuerzo importante para normalizar el etiquetado ambiental en el país, sin embargo, ante la ausencia de legislación que regule el tema y la falta de la capacidad científica para ejecutar las pruebas de laboratorio exigidas, la norma no ha sido adoptada.
¿Cúal es la mejor manera de gestionar los envases y productos de plásticos compostables?
Si se tratase de un plástico compostable certificado y usted tiene acceso a enviar sus residuos a plantas de compostaje industrial, entonces la mejor opción sería esta. Si practica compostaje casero puede probar añadiendo el plástico a su compostera, es muy probable que no se compostará en uno o dos ciclos de compostaje, pero puede ser que eventualmente y con un poco de paciencia deje de poder percibirse, y al ser certificado sabemos que no generará contaminantes ambientales ni sustancias que afecten el desarrollo de sus plantas una vez que aplique el compost. Al compostar estos plásticos ganamos de tres formas: 1) Reducimos la cantidad de plástica que enviamos al relleno sanitario, 2) prevenimos que el reciclaje sea contaminado con residuos de comida y 3) al compostar los residuos generamos abono para nutrir nuestros suelos y reducimos las emisiones de metano en los rellenos sanitarios.
Si son plásticos que no cuentan con ninguna certificación lo recomendable sería consultar con el productor para conocer en qué pruebas o estándares se basan sus afirmaciones de compostabilidad. De otra forma, mejor ubicarnos en el lado de la cautela y evitar agregarlos a pilas de compostaje porque pueden degradarse a microplásticos y generar contaminantes ambientales, así como sustancias perjudiciales para las plantas. Por lo que la mejor forma de disponerlos sería junto con el resto de residuos ordinarios para que sean llevados al relleno sanitario, donde al menos la contaminación estará contenida.